lunes, 5 de abril de 2010

LA BELLEZA DEL PERDEDOR

El perdedor posee una extraordinaria y sutil belleza encapotada por una especie de musgo, belleza imperceptible a simple vista y abrumadora si se consigue traspasar esa especie de planta de lugares sombríos que la cubren.

El perdedor sabe de su condición y del grupo al que pertenece. Todos fueron tocados al nacer por esa vara mágica que nos otorga o nos quita, según las hadas que en la cuna nos arrullaron.
El perdedor batalla constante a sabiendas de su derrota. Es su sino, lo acepta, lo cumple, y en las noches de sus días llora con la inocencia del niño perdido, abandonado.
Gana lo mínimo y rauda llega la derrota que volverá a sumergirlo entre las aguas fecales de la existencia. Se entrena y perfecciona aun consciente de lo inútil, pero es perfeccionista por naturaleza, esa naturaleza que lo entregó sin miramientos al salvaje juego de la vida, la muerte y el tormento.
Si es usted uno de éllos o desea reconocerlo, observe a través del musgo, se encontrará con una sonrisa llana , con el brillo de una honda mirada . Reconocerá entonces esa belleza profunda y el agudo pesar de vivir.
No le cause heridas, su piel expuesta al sol ya está quemada.