jueves, 4 de noviembre de 2010

TROZOS DE UN DÍA CUALQUIERA

Mi madre solía recordarme que de niña si estaba quieta ya sabía que estaba enferma. Al parecer era como un principio matemático. Me preocupa que lleve tanto tiempo sin escribir en este blog, ni en mi Morgenrot. Quizás esté enferma del alma y la quietud no es más que el síntoma de la causa.

Hoy he sabido de la muerte , después de ocho años luchando contra un cáncer de mama, de una conocida. Me he apenado profundamente. Pienso en cada momento que tuvo que vivir en constante incertidumbre y lucha , para que finalmente se llegue a la triste derrota que ya estaba escrita en la mano del destino. Lo he sentido, como siento ese enorme dolor de vivir que acompaña al ser humano, sin explicaciones. Quedan sólo renuncias y resignaciones