martes, 16 de junio de 2009

LOS BESOS MÁS DULCES SON LOS SOÑADOS


El sueño, hermano de la Muerte, nos envuelve cada noche y traslada a ese otra estadía del inconsciente. Recorremos lugares inciertos, vivimos paralelamente y como en la realidad, nos lanza al fuego maldito o al elíseo más deseado.

Se manifiestan los fantasmas, unos reales y otros con disfraz, y nos encadenamos con éllos según el sueño ordene.

Los amores, en lo onírico, cuando placer nos ofrecen, son los más hermosos. El beso, el más bello, tiempo suspenso, lento, muy lento es el beso más deseado y sorprendente. Te instala en el abismo del gozo, del anhelo. ¡ Qué beso tan recreado!




Las sombras disipan el sueño de la realidad; en el ensueño los contactos entre cuerpos tienen rasgos de arte, materias en suspenso, polvos de estrellas. Al recordarlos se es consciente de que la realidad no pudiera ser tan apacible, tan serena, tan magnífica...