jueves, 4 de noviembre de 2010

TROZOS DE UN DÍA CUALQUIERA

Mi madre solía recordarme que de niña si estaba quieta ya sabía que estaba enferma. Al parecer era como un principio matemático. Me preocupa que lleve tanto tiempo sin escribir en este blog, ni en mi Morgenrot. Quizás esté enferma del alma y la quietud no es más que el síntoma de la causa.

Hoy he sabido de la muerte , después de ocho años luchando contra un cáncer de mama, de una conocida. Me he apenado profundamente. Pienso en cada momento que tuvo que vivir en constante incertidumbre y lucha , para que finalmente se llegue a la triste derrota que ya estaba escrita en la mano del destino. Lo he sentido, como siento ese enorme dolor de vivir que acompaña al ser humano, sin explicaciones. Quedan sólo renuncias y resignaciones

lunes, 5 de abril de 2010

LA BELLEZA DEL PERDEDOR

El perdedor posee una extraordinaria y sutil belleza encapotada por una especie de musgo, belleza imperceptible a simple vista y abrumadora si se consigue traspasar esa especie de planta de lugares sombríos que la cubren.

El perdedor sabe de su condición y del grupo al que pertenece. Todos fueron tocados al nacer por esa vara mágica que nos otorga o nos quita, según las hadas que en la cuna nos arrullaron.
El perdedor batalla constante a sabiendas de su derrota. Es su sino, lo acepta, lo cumple, y en las noches de sus días llora con la inocencia del niño perdido, abandonado.
Gana lo mínimo y rauda llega la derrota que volverá a sumergirlo entre las aguas fecales de la existencia. Se entrena y perfecciona aun consciente de lo inútil, pero es perfeccionista por naturaleza, esa naturaleza que lo entregó sin miramientos al salvaje juego de la vida, la muerte y el tormento.
Si es usted uno de éllos o desea reconocerlo, observe a través del musgo, se encontrará con una sonrisa llana , con el brillo de una honda mirada . Reconocerá entonces esa belleza profunda y el agudo pesar de vivir.
No le cause heridas, su piel expuesta al sol ya está quemada.